El Atolón Bikini y su pasado nuclear

Bikini

Pocos lugares del mundo han sido tan castigados como el atolón Bikini, situado en el archipiélago Marshall, para luego ser protegidos como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. En este idílico atolón del Océano Pacífico se efectuaron unas 67 pruebas con dispositivos nucleares durante más de una década, desde finales de la Segunda Guerra Mundial en 1946 y parte del periodo de la Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia, finalizando esta etapa de pruebas nucleares en el año 1958. Un hermoso lugar que ha pasado a la historia por haber sido el blanco de la primera bomba de hidrógeno, detonada en 1952 y con nombre en clave «Castle Bravo«, en honor al cráter homónimo en que se explosionó.

Como es natural, estas pruebas tuvieron un profundo efecto en la geología, fauna y flora del lugar, además claro está de todas las personas que pudieron haber estado expuestas a las radiaciones, tanto los habitantes de islas cercanas como los tripulantes de un barco pesquero japonés. Las consecuencias aun son visibles hoy en día, buen ejemplo de ello es el enorme cráter que hay en el interior de la laguna central, que tiene cerca de 2km de diámetro y alcanza los 75 metros de profundidad, y que significó un punto de inflexión en el uso de las armas nucleares debido a su enorme potencial destructivo.

Hay que mencionar también a los antiguos habitantes del atolón, que tras cerca de 2 milenios viviendo en este lugar, fueron desalojados en 1946 con el pretexto de que sería un «sacrificio por el bien de la Humanidad», para lograr terminar con las guerras. Hoy en día la isla parece empezar a recuperarse de sus heridas, incluso se puede visitar sin peligro de contaminación por radioactividad, aunque sigue siendo peligroso el asentarse en ella, debido al Cesio 137. Este material se filtra en el suelo, pudiendo pasar a los cultivos y resultar muy peligroso para la salud. Tanto la flora como la fauna llevan unos años en proceso de recuperación, incluso se ha establecido aquí un gran número de tiburones y aves migratorias, que cada vez en mayor número han vuelto a este lugar en busca de reposo.

Además de esto, el atolón Bikini fue utilizado por los americanos como cementerio de barcos antes de su etapa como escenario de pruebas nucleares, ofreciendo a los buceadores un espectáculo tan dantesco como interesante para explorar. La radioactividad mantuvo alejados a los aficionados a la inmersión durante años, aunque hoy en día los niveles de radiación no suponen un peligro para ellos.

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Category: Patrimonios de Oceania

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